Érase muchas veces...
Cuando pequeña me dijiste que soñara con ser princesa, que estudiara y que fuera a la universidad. Después me dijiste que si trabajaba y ganaba poco era porque no estaba lo suficientemente preparada. Me hiciste creer que en la iglesia iba a encontrar refugio y nunca me acogió. Solo me dije que para dejar de ser virgen tenía que casarme. Y me casé y tuve hijos y hijas, pero entonces ya nadie me quería para trabajar, porque me ausentaba demasiado, porque no era flexible para seguir adaptándome al mercado laboral. Por supuesto para tener una casa pedimos un crédito, que ahora no podemos pagar... ni me puedo divorciar.
Pareció que reaccionabas y me diste una Ley de Igualdad. Y me diste una Ley de Conciliación Familiar, Y hasta una Ley de Dependencia. Así me convertí en la Cenicienta pero sin llegar a ser princesa: aquel zapato no se ajustaba a mi pie. Empecé comprender que tú no eras mu príncipe... Quizás no necesitaba ninguno... Ahora que somos muchos/as desempleados/as y la casa no se sostiene sin mí, porque nadie aprendió a cuidar, pretendes secuestrarme cual Blancanieves para que lo enanitos trabajen más barato y eficazmente en la mina.
Mi hija adolescente se quedó embarazada y todo fueron dificultades cuando ella decidió abortar. La ley del aborto llegó demasiado tarde, la misma que ahora nos quieres quitar.
Pretendes que llegue a la jubilación y en vez de dinero solo tenga arrugas y verrugas y un ogro al que cuidar. Pero, lo tengo claro: ni tú eres el príncipe ni yo quiero ser princesa. Mirándome al espejo decido que le único camino que me queda es convertirme en bruja. Y junto a otras brujas te digo. “No es una crisis, es el sistema y ya no te quiero”.
Huelga de cuidados!
Cuando pequeña me dijiste que soñara con ser princesa, que estudiara y que fuera a la universidad. Después me dijiste que si trabajaba y ganaba poco era porque no estaba lo suficientemente preparada. Me hiciste creer que en la iglesia iba a encontrar refugio y nunca me acogió. Solo me dije que para dejar de ser virgen tenía que casarme. Y me casé y tuve hijos y hijas, pero entonces ya nadie me quería para trabajar, porque me ausentaba demasiado, porque no era flexible para seguir adaptándome al mercado laboral. Por supuesto para tener una casa pedimos un crédito, que ahora no podemos pagar... ni me puedo divorciar.
Pareció que reaccionabas y me diste una Ley de Igualdad. Y me diste una Ley de Conciliación Familiar, Y hasta una Ley de Dependencia. Así me convertí en la Cenicienta pero sin llegar a ser princesa: aquel zapato no se ajustaba a mi pie. Empecé comprender que tú no eras mu príncipe... Quizás no necesitaba ninguno... Ahora que somos muchos/as desempleados/as y la casa no se sostiene sin mí, porque nadie aprendió a cuidar, pretendes secuestrarme cual Blancanieves para que lo enanitos trabajen más barato y eficazmente en la mina.
Mi hija adolescente se quedó embarazada y todo fueron dificultades cuando ella decidió abortar. La ley del aborto llegó demasiado tarde, la misma que ahora nos quieres quitar.
Pretendes que llegue a la jubilación y en vez de dinero solo tenga arrugas y verrugas y un ogro al que cuidar. Pero, lo tengo claro: ni tú eres el príncipe ni yo quiero ser princesa. Mirándome al espejo decido que le único camino que me queda es convertirme en bruja. Y junto a otras brujas te digo. “No es una crisis, es el sistema y ya no te quiero”.
Huelga de cuidados!
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